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Estrés y Microbiota


El estrés crónico altera tu microbiota intestinal, cutánea y oral, favoreciendo inflamación, disbiosis y enfermedades crónicas. Descubre cómo ocurre y qué hacer.
El estrés crónico altera tu microbiota intestinal, cutánea y oral, favoreciendo inflamación, disbiosis y enfermedades crónicas. Descubre cómo ocurre y qué hacer.


El vínculo invisible entre mente, cuerpo y microbios


El estrés crónico es uno de los factores más determinantes en la salud moderna. Afecta al sistema nervioso, al sistema inmunológico y, como muestran cada vez más estudios, a la microbiota. Este ecosistema de bacterias, hongos y virus que vive en tu cuerpo no es ajeno al impacto de las hormonas del estrés.


La relación entre estrés y microbiota es bidireccional: el estrés altera el equilibrio microbiano y, a su vez, la disbiosis influye en el sistema nervioso y en la respuesta emocional. Esta interacción recibe el nombre de eje intestino-cerebro-microbiota, un campo de investigación que explica por qué situaciones emocionales prolongadas pueden manifestarse en síntomas físicos intestinales.


¿Cómo afecta el estrés a la microbiota?


Alteración del pH intestinal


El estrés cambia la secreción gástrica y la composición de la bilis, lo que modifica el pH intestinal. Este ambiente alterado es menos favorable para bacterias beneficiosas como los Lactobacillus y favorece a bacterias patógenas, contribuyendo a disbiosis intestinal.


Aumento de la permeabilidad intestinal


El estrés crónico debilita la barrera intestinal. Esto permite que toxinas, bacterias y fragmentos microbianos atraviesen la mucosa y pasen al torrente sanguíneo, fenómeno conocido como síndrome de intestino permeable. Sus consecuencias incluyen inflamación sistémica, alteración del sistema inmunitario y mayor riesgo de enfermedades autoinmunes.


Cambios en la motilidad intestinal


Los neurotransmisores afectados por el estrés (como la serotonina) regulan la motilidad del intestino. Su alteración puede producir estreñimiento, diarrea o tránsito irregular, lo que afecta directamente la composición microbiana y perpetúa el malestar digestivo.


Impacto en el sistema inmunológico


El estrés suprime la función de las células inmunitarias en la mucosa intestinal. Esto reduce la capacidad del organismo para controlar bacterias patógenas y mantiene un estado de inflamación crónica y silenciosa, que alimenta aún más la disbiosis.


Producción de hormonas del estrés


El cortisol, hormona principal del estrés, altera la secreción de moco intestinal y la diversidad bacteriana. Niveles elevados de cortisol se asocian con menor abundancia de bacterias beneficiosas y proliferación de especies perjudiciales.


Estrés y microbiotas más allá del intestino


Microbiota oral


El estrés puede aumentar la sequedad bucal, reducir la producción de saliva y alterar la microbiota oral. Como consecuencia, aumentan las caries, la gingivitis y el mal aliento. Además, bacterias orales patógenas pueden migrar hacia otros órganos, incrementando el riesgo cardiovascular.


Microbiota de la piel


El cortisol y la inflamación sistémica también afectan la piel. Una microbiota cutánea desequilibrada puede traducirse en acné, eczema, dermatitis o infecciones recurrentes. El estrés, por tanto, se refleja en el aspecto externo de la piel, y muchas veces es un marcador visible del estado interno del organismo.


Consecuencias clínicas de la disbiosis inducida por el estrés


Los efectos no se limitan al aparato digestivo. Entre las condiciones vinculadas a la disbiosis asociada al estrés encontramos:


  • Síndrome del intestino irritable (SII).

  • Enfermedad inflamatoria intestinal (Crohn, Rectocolitis Ulcerosa)

  • Alteraciones metabólicas.

  • Trastornos del estado de ánimo, como depresión y ansiedad.

  • Mayor susceptibilidad a infecciones.

  • Envejecimiento prematuro de la piel.


La evidencia actual apunta a que manejar el estrés no es solo una cuestión psicológica: es una intervención médica preventiva.


Cómo hacerlo en un mundo como el que tenemos? He allí la gran interrogante.


Estrategias para proteger tu microbiota frente al estrés


Manejo de la ansiedad: amerita un abordaje integrativo, no siempre podemos controlar lo que nos estresa y es importante no responsabilizar en exceso al paciente, pero ayudarle a encontrar pequeñas posibilidades de pensar una vida diferente.


  • Movimiento corporal: mejora la motilidad intestinal y aumenta la diversidad microbiana.

  • Sueño reparador: dormir bien regula hormonas y favorece la estabilidad del microbioma.

  • Alimentación rica en:

    • Fibra (legumbres, verduras, frutas, cereales integrales).

    • Prebióticos: ajo, cebolla, plátano, espárragos.

    • Probióticos: yogur, kéfir, chucrut, kombucha.

  • Reducción de alcohol y ultraprocesados.

  • Evitar el uso innecesario de antibióticos

  • Exposición a la naturaleza, que enriquece el contacto con microorganismos beneficiosos.

  • Evitar exceso de higiene que elimine bacterias protectoras de piel y mucosas.

  • Mantener rutinas que proporcionen seguridad al sistema nervioso.


El eje intestino-cerebro-microbiota: un círculo virtuoso o vicioso


La relación entre el estrés y la microbiota no es unilateral. La disbiosis intestinal puede aumentar la producción de metabolitos proinflamatorios que afectan al cerebro, disminuyen la plasticidad neuronal y empeoran la regulación emocional.


Esto significa que:

  • Más estrés → peor microbiota.

  • Peor microbiota → más vulnerabilidad al estrés.


Romper este círculo vicioso implica actuar en ambos frentes: manejar el estrés y cuidar la microbiota con estrategias multidisciplinares.


Cuidar tu microbiota es cuidar tu cerebro… y viceversa!


El impacto del estrés en la microbiota es profundo y multisistémico. No se trata de un efecto pasajero, sino de un factor de riesgo real para enfermedades digestivas, inmunológicas, cutáneas y emocionales.


La buena noticia es que el círculo puede invertirse: un estilo de vida que reduzca el estrés y fortalezca la microbiota genera un círculo virtuoso de salud.


Si sufres síntomas digestivos persistentes, alteraciones en la piel, infecciones recurrentes o cambios de ánimo asociados a estrés, te espero en mi Consulta!


Palabras clave: estrés crónico, microbiota intestinal, disbiosis, eje intestino-cerebro, cortisol, permeabilidad intestinal, probióticos, salud digestiva.



 
 

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Dra. María Eugenia Quintana Márquez

Colegiado Nº 310855849

Directora de Medicina Tudela 

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